A sus treinta años ha logrado convertirse en un notable deportista calificado pese a los múltiples obstáculos que se le han presentado. Nació es Huirahuacho, en el distrito de Circa, en la provincia de Abancay, en Apurímac, y no fue hasta hace catorce años que conoció el kayak. El kayak también conocido como canotaje llegó a su vida sin premeditación: a los dieciséis mientras se capacitaba junto a unos amigos en esta actividad turística aprendió lo que más tarde se convertiría en su principal pasión.

Hace unas semanas, Eriberto logró subirse al podio ocupando un merecido tercer lugar en los Juegos Panamericanos 2023. Se ubicó luego de Canadá y Brasil, y logró superar a México, país que alcanzó en estos Juegos dos medallas de oro y una de bronce en canotaje slalom y canotaje de velocidad; no obstante en kayak cross Eriberto se impuso.

A su retorno a Lima, lo que hizo que Eriberto esté en el ojo público no fue precisamente su bronce, sino su reacción absolutamente comprensible a partir de un reconocimiento que el alcalde de su ciudad intentó entregarle. Eriberto había buscado en sendas oportunidades a Raúl Peña, alcalde de Abancay, para solicitarle algún tipo de apoyo. Incluso cuenta como anécdota que como su remo no cumplía con el grosor establecido por las entidades internacionales, tuvo que rodearlo con cinta. Peña nunca le dio la cara y recién lo hizo cuando Eriberto pisó su tierra natal para invitarlo al aniversario 149 de Abancay. Eriberto rechazó el reconocimiento en público y se retiró. Nada más coherente de una persona que sabe cuándo alguien quiere aprovechar una situación mediáticamente.

Hoy día probablemente Eriberto se quede en su ciudad ya que no ha clasificado a Paris 2024. Sin embargo, ese coraje y constancia que han permanecido en su vida desde hace tres lustros no nos alejan de la posibilidad de que en los próximos pueda estar presente. Cuando juega el Perú jugamos todos y Eriberto nos ha hecho recordarlo.